Pedánea Vanesa Bonmatí García
Camino de Yecla, a 5.2 km. de Pinoso, El Paredón es la pedanía que despide el territorio provincial alicantino, para adentrarnos en la Comunidad de Murcia.
A los pies de la Sierra de Salinas, en la zona norte del municipio, sin embargo está a una altitud de 480 m., de su entorno podemos destacar la presencia de numerosas construcciones rurales, signo del paso inmemorial de vías de comunicación muy diversas, como lo demuestra la presencia de tramos de vías romanas, o los llamados cucos, ubicados siguiendo la Vereda Real de Serranos.
Arqueológicamente hablando, El Paredón es muy rico en hallazgos. Cerca del núcleo más importante hay señas de haber sido escogido por los íberos y los romanos para vivir y desplazarse, como así se puede comprobar en los parajes de La Muela y Los Cabecicos. En el segundo encontramos un tramo de vías de comunicación romanas, que en tiempos más modernos se aprovechó como vereda de rebaño. Otro hallazgo importante es un mojón de delimitación de propiedad, con inscripciones epigráficas, aparecido cerca de La Muela.
Como el resto de pedanías, sufrió en los años 60 y 70 del siglo XX una merma importante en su número de habitantes, llegando a cerrar el conocido Casino de Taranina, local donde igual se organizaba una partida de cartas como un baile en las tardes del domingo. Cuando esto sucedió, hacía ya mucho tiempo que ya no funcionaba la torre de la destilería, y algunas viejas casas empezaban a caerse.
En el año 1970 vivían en El Paredón 116 habitantes, que igual vivían en el núcleo que le da nombre a la pedanía, en torno a su antigua ermita, o en los caseríos de Casa de Amorós, Casa de D. Simeón, Casilla del ‘Ingeniero, Casa de Soler, Casa de Ramos, Casa de Tomás Agustí,…
A principios de los años 90 se restauró la vieja ermita de que disponen los vecinos de El Paredón, y en 1995 se arregló su entorno, inaugurándose un pequeño jardín detrás de ella. Después llegaría el alumbrado público y el asfalto de los caminos que comunican los caseríos que componen la pedanía.
Tras la avalancha festera del verano pinoso, en la última quincena del mes de agosto le toca el turno de cerrar el ciclo a esta pedanía, con unas fiestas que se celebran en honor a la Virgen de los Dolores. Por su trama irregular, es muy curioso observar el trayecto de la procesión, dado que los caseríos que componen el grupo principal están suficientemente separados, caminando algunos momentos entre bancales, aunque ahora ese recorrido ya se hace más cómodamente después del arreglo de los caminos.